El ruso es uno de mis compositores favoritos. Hace unos días se dio un concierto en Burgos con obras suyas. He leído con atención las notas que redactó el autor del blog amigo, enriquedeburgos, dedicado a Berlioz y a las actuaciones de la Orquesta Sinfónica de Burgos, preferentemente, de la que es miembro en activo. Os recomiendo encarecidamente entrar. Como su admirado – y mío también – Berlioz, Enrique no solo sabe de música, sino que se expresa divinamente. Su tesis doctoral sobre el incomprendido compositor francés viene a cubrir un hueco indecente que existe en la literatura en castellano sobre el tema. Una pena. Según tengo entendido, mi amigo Enrique tiene previsto seguir este año con Berlioz y su rica prosa. De este modo se irá paliando la falta de textos en castellano de Berlioz y sobre Berlioz. Ya os avisaré como hice con su primer libro.
Volviendo al concierto – ya me hubiera gustado estar allí – , el caso es que el programa contiene dos de mis obras favoritas del ruso: la Sexta Sinfonía, “Patética” y el Concierto para piano nº 1. Se trata del último concierto de Tchaikovski. Dado el interés que me ha despertado el tema he escrito un comentario que adjunto aquí con algún que otro añadido. Lógicamente, está escrito en segunda persona.
Primer movimiento, allegro, del Concierto para piano Nº 1. con Martha Argerich.
Muy interesante el programa y tus notas. De hecho son las dos obras que prefiero de Tchaikovski junto a algún número del ballet “El lago de los Cisnes”. El Primer Concierto para piano es mi favorito tras el quinto de Beethoven, “Emperador”. Ambos son la cumbre del género a mi humilde entender. Se trata de una obra vigorosa y romántica propia de un compositor en su treitena, aunque posteriormente realizó varios cambios y arreglos, incluyendo una versión para dos pianos. Efectivamente, Büllow, fue quien tocó el piano en el estreno. Con lo que no estoy de acuerdo es con su “bonhomía”.
Hans von Büllow – que también era compositor mediocre – no es que fuera extremadamente antisemita, que lo era en grado sumo, sino que también era un maltratador que agredía física y psiquícamente a Cosima, su mujer. Tal era así que la señora llegó a pensar en suicidarse como le comentó a su amigo Nietzsche. En estas circunstancias no es de extrañar que le diera plantón al criminal esposo y se “acercara” a Wagner, amigo también de Büllow, que por edad bien podría ser el padre protector que nunca tuvo. De premio nació Isolde, nominalmente hija de Büllow, pero realmente de Wagner. Incluso se firmó un documento ante el rey Ludwig para detener el escándalo que el trío provocaba ante el estupor de la ultraconservadora Munich de entonces. A todo esto, Büllow, muy wagneriano, era lo que suele decirse un “cornudo consentidor”. Liszt era amigo o familia de todos ellos y también se llevó un buen enfado. Consentidor sí, pero malvado… Se negó a concederle el divorcio a Cosima para que pudiese casarse. Asimismo se cerró en redondo a cederle los hijos, tres en total – dos suyos – para fastidiar ya que no se ocupaba de ellos. Unos cuantos años fue la cosa así. En palabras de la maltratada Cosima: “Cuando tuve que elegir entre el hombre y el dios… la decisión solo podía ser una.” También hay que decir que Büllow, junto con Levi eran los mejores directores del momento, al menos en el repertorio wagneriano.
Cuarto movimiento, adagio lamentoso de la Sexta sinfonía de Tchaikovski. Dirige Termikanov.
Vayamos, si me lo permites, a la sinfonía. De la desbordante alegría e ímpetu del concierto pasamos a su reverso, a la tristeza melancólica y el dejarse morir sin oponer resistencia, quizá, deseándolo para dejar de sufrir. La Sexta Sinfonía es mi favorita, especialmente el movimiento final, ese adagio entre lamentoso, quejumbroso y lacrimoso que sirve de requiem y de epitafio no solo porque el compositor murió poco después del estreno como bien dices; lo cierto es que había algo más. Tchaikovski era homosexual al estilo de Ludwig, es decir, reprimido y con complejo de culpabilidad. Debo recordar que lamentablemente la homosexualidad en esa época podía costar muy cara. Es lo que le sucedió a Oscar Wilde por su affaire con un jovencito aristócrata. Trabajos forzados que lo hundieron física y moralmente. Como Ludwig, Tchaikovski hizo lo que pudo para “curarse”. Intentaron “acercarse” a jovencitas, pero ese plato no era de su gusto. Lo mismo que el británico, el ruso quedó encandilado por un jovenzuelo próximo a la familia del zar. Existía una doble moral en la Corte: haz lo que te apetezca, pero que no trascienda que somos un modelo de familia a imitar.
El asunto se supo, lo que significaba que el compositor estaba en peligro. Aprovechó para emigrar a los EEUU, donde dio una gira de conciertos y ganó mucho dinero. Pero el contante no lo es todo y por muy ciudadano del mundo que fuera, lo cierto es que sentía nostalgia de la madre patria; así que volvió. Eso fue su perdición. Cuando era estudiante perteneció a una sociedad que ahora se veía desprestigiada por su condición de homosexual. Debía morít para expiar su culpa y dejar limpio el buen nombre de la organización. Por aquel entonces había una epidemia de cólera. Le obligaron a beber un vaso de agua del grifo sin hervirla previamente. De este modo se aseguraban su muerte y que pareciera una imprudencia o un suicidio a mucho estirar. No hay unanimidad. Hay quien apuesta por el suicidio y quien lo hace por el asesinato. Todo ello por algo tan “etéreo” como el “honor” que vaya usted a saber qué es exactamente.
Tumba de Tchaikovski.
Hay quien afirma que la Sexta, conocida como Patética, responde a un programa. La verdad es que no lo sé. Ahora bien, es innegable el sentimiento de dolor y pena que comunica y el mal sabor de boca que deja el adagio final. No es habitual que un movimiento lento sea el concluyente de una sinfonía. Si el compositor lo colocó alló fue por algo. Mi intuición – que no puede demostrar – es que se está despidiendo del mundo. Sabe que le queda poco tiempo de vida. Y así fue. tan solo unos pòcos días después del estreno murió. ¿Imprudencia? ¿Suicidio? ¿Asesinato? Es un enigma.
Cuando escucho este adagio tan fúnebre algo me dice que preludia una desgracia, me recuerda a otro adagio famoso, el que escribiera Bruckner cuando se enteró que Wagner había muerto en su Séptima Sinfonía, así como el adagietto de la Quinta de Mahler. Todos ellos son tan emotivos como hermosos y tristes, muy tristes. Desolación serie la palabra clave, especialmente en el caso del ruso.
Si comparamos las fotos veremos el contraste entre la tranquilidad de la juventud y la tristeza de la vejez. Tchaikovski debió sufrir mucho.
Un rasgo de la personalidad de Tchaikovski era la falta de confianza en sí mismo y en su obra, sin duda debido a sus circunstancias personales. En ello coincide con el mencionado Bruckner y su falta de seguridad que le llevaba a admitir la “correcciones” de sus colegas de manera que de cada sinfonía suya tenemos varias versiones aunque la original sea la mejor. Algo similar sucedía con el alcoholizado Mussorgsky En el caso del austriaco su punto de mira iba dirigido hacia al sexo opuesto, pero siendo ya bastante maduro quienes le atraían eran la jovencitas, que lo rechazaban pues no era ni joven, ni guapo ni rico. Así es la vida.
Tchaikovski desarrolló su obra en un ambiente de nacionalismo musical ruso, de vuelta a las raíces, de recuperación de la música autóctona, cuentos, leyendas, etc. Destacó Mussorgsky y el Grupo de los Cinco. Tchaikovski fue considerado el más “cosmopolita” de todos, el más “occidental” o “europeo”.
Regí.
Gracias, Regí. Nuestra Orquesta Sinfónica de Burgos se crea hace diez años con profesores de Burgos y una serie de refuerzos venidos fundamentalmente de orquestas cercanas (Sinfónica de Castilla y León, RTVE…) Retoma la existencia efímera de una antigua Sinfónica de Burgos de los años cincuenta en la que Frühbeck era el concertino y Carmelo Bernaola el segundo clarinete. La interpretación de la Patética fue especialmente brillante (¡qué voy a decir yo!). Gracias por tu conocimiento en torno a Wagner y el siglo XIX.
Respecto a tu último párrafo, sobre las tendencias de Bruckner, ¿qué te voy a decir?: Me solidarizo con él: Je suis Anton!!!!
Es que ya lo dijo un señor tan serio como Schopenhauer. En su libro sobre las mujeres explica que la atracción que siente el hombre maduro por la mujer joven se debe a que así hay más posibilidades de que la especie se siga extendiendo. Es algo inconsciente, pero asegura que es así, y a fe mía que es cierto – que nadie se lo diga a mi walky – pero cuanto mayor es uno más se ve atraído por las jóvenes. De ahí el “viejo verde”. No es “usual” la “vieja verde”. Posteriormente, Freud le dio la razón a Schopenhauer. Los instintos básicos están alrededore de Eros y Thanatos (muerte).
Espero que nadie me tache de “machista”, que no lo soy. De hecho, aprecio a muchas mujeres intelectualment aunque la “carne” sea débil. 😀
Bernaola y Fruhbeck aportan historia por sí solos a cualquier historia de cualquier formación. Pude conocer a Bernaola, y disfrutar de su elogiable vertiente Gourmet. En eso, el más grande tras Rossini.
Os leo con placer, saludos.
Muchas gracias. Los vascos sí que tenéis fama de gourmets. Hace unos años estuve por allí y recuerdo lo bien que se comía. Me encató el marmitaco, el bacalao pil-pil y con tomate. Y de bebida, vino de la tierra, el famoso chacolí…riquísimo.
Un abrazo.