Vitoria, 3 de marzo de 1976. Violencia policial con muertos y heridos.
Hace 40 años en la tan modélica Transición para algunos se cometió la mayor masacre de trabajadores por parte de la policia. Los hechos fueron propios de asesinos profesionales. Había huelga. Unos 4.000 obreros buscaron refugio en una parroquia. Los polis abrieron las puertas y tiraron gases lacrimógenos. Conforme iban saliendo los huelguistas, la policía desparó sobre ellos a poca distancia con pelotas de gomas y fuego real. Cinco muertos y más de un centenar de heridos. El fascista Fraga Iribarne, como ministro de la Gobernación, fue el máximo responsable de la matanza.
Gracias a la descafeinada Transición que hemos tenido, Fraga murió en la cama como el dictador Franco. No olvidemos jamás quienes eran y qué hicieron. Resulta repelente pensar que aún tenemos a delincuentes franquistas en la calle, como Billy el Niño (torturador) y quien le ponía las medallas, Rodolfo Martín Villa, ministro de la Gobernación asimismo, ambos con petición de extradición para ser juzgados por sus delitos por la justícia internacional, ya que en el Estado español no la hay de acuerdo con una amnistía de dudosa calidad democrática. 40 años después y se sigue asesinando o hiriendo con balas de goma como pasó en aguas coloniales de Ceuta o Melilla y los migrantes que trataban de llegar a tierra. En Catalunya una mujer perdió un ojo por tiro con bala de goma de un mosso.
Aunque han pasado 40 años del crimen, aún tenemos algún juez que fue policía con Franco y que se dio a conocer por su trato afable con los falangistas contrastando el rigor con el que ha cargado contra un par de titiriteros provocando estupor hasta el New York Times. Ahora ha puesto sus ojos sobre Catalunya para impedir su proceso de liberación nacional.
A continuación, el artículo procedente de la fuente citada. Lluís Llach compuso Campanades a morts a partir de la impresión que le causaron los hechos citados.
La policía tira botes de humo sobre los manifestantes.
A las 17.10 del 3 de marzo de 1976, policías armados de la Compañía de Reserva de Miranda de Ebro y de la guarnición de Vitoria penetraron en la parroquia de San Francisco, en el barrio de Zaramaga de la capital alavesa, usando gases lacrimógenos para desalojar a 4.000 trabajadores en huelga allí reunidos. Los trabajadores empezaron a salir y, a pocos metros de la puerta del templo, algunos fueron alcanzados por pelotas de goma y disparos de armas de fuego.
Los agentes de la Policía Armada asesinaron a balazos a Pedro María Martínez, de 27 años; Francisco Aznar, de 17; Romualdo Barroso, de 19; José Castillo, de 32 años, y Bienvenido Pereda, de 30. Más de cien personas resultaron heridas, la mitad de ellas por los disparos de la policía. Sus responsables políticos, como el ministro de la Gobernación Manuel Fraga, nunca respondieron por aquella salvajada.
Sin embargo, aquellos hechos deben inscribirse dentro de un proceso general mucho más amplio que arranca desde la década de los años sesenta en el País Vasco, un periodo marcado por un incremento de los conflictos laborales y por la radicalización de una violencia política que alcanzaría sus mayores y más dramáticas cotas durante los primeros años de la transición hacia la democracia.
Campanades a mort. Lluís Llach.
La clave de esta violenta radicalización de la represión, que afectó de un modo especial a los conflictos huelguísticos, la dio precisamente el 1972 el propio Ministerio de Trabajo cuando declaró que “un conflicto laboral era siempre un problema político y de orden público”. A partir de esa afirmación se comprende lo sucedido. En esos mismos años se producirían numerosos casos de muertes provocadas por miembros de las Fuerzas del Orden Público entre trabajadores que protestaban por la mejora de sus condiciones laborales en toda España.
El conflicto de Vitoria, que había arrancado en diciembre de 1975, no respondía en ningún caso a reivindicaciones relacionadas con ETA ni con el nacionalismo radical; ni por supuesto a ningún tipo de estrategia impulsada por este tipo de grupos. Aquel conflicto se enmarca dentro de la ola huelguística de carácter laboral que terminó por estallar en 1976 en toda España.
Este documental, elaborado por el Colectivo de Cine de Madrid, ofrece el intercambio de mensajes por radio entre los mandos policiales captados por un radioaficionado durante la matanza aquel 3 de marzo de 1976, con Manuel Fraga como ministro de Gobernación.
Sucesos de Vitoria 1976 (i)
Sucesos de Vitoria 1976 (ii)
Fuente: El Ventano.
Fraga, el franquista, murió sin pagar por sus crímenes y fundó el PP, el partido de la corrupción y la oligarquía.
Los obreros fueron derrotados, pero no vencidos.
Campanades a morts
Campanades a morts
fan un crit per la guerra
dels tres fills que han perdut
les tres campanes negres.
I el poble es recull
quan el lament s’acosta,
ja són tres penes més
que hem de dur a la memòria.
Campanades a morts
per les tres boques closes,
ai d’aquell trobador
que oblidés les tres notes!
Qui ha tallat tot l’alè
d’aquests cossos tan joves,
sense cap més tresor
que la raó dels que ploren?
Assassins de raons, de vides,
que mai no tingueu repòs en cap dels vostres dies
i que en la mort us persegueixin les nostres memòries.
Campanades a morts
fan un crit per la guerra
dels tres fills que han perdut
les tres campanes negres.
II
Obriu-me el ventre
pel seu repòs,
dels meus jardins
porteu les millors flors.
Per aquests homes
caveu-me fons,
i en el meu cos
hi graveu el seu nom.
Que cap oratge
desvetllí el son
d’aquells que han mort
sense tenir el cap cot.
III
Disset anys només
i tu tan vell;
gelós de la llum dels seus ulls,
has volgut tancar ses parpelles,
però no podràs, que tots guardem aquesta llum
i els nostres ulls seran llampecs per als teus vespres.
Disset anys només
i tu tan vell;
envejós de tan jove bellesa,
has volgut esquinçar els seus membres,
però no podràs, que del seu cos tenim record
i cada nit aprendrem a estimar-lo.
Disset anys només
i tu tan vell;
impotent per l’amor que ell tenia,
li has donat la mort per companya,
però no podràs, que per allò que ell va estimar,
el nostres cos sempre estarà en primavera.
Disset anys només
i tu tan vell;
envejós de tan jove bellesa,
has volgut esquinçar els seus membres,
però no podràs, que tots guardem aquesta llum
i els nostres ulls seran llampecs per als teus vespres.
IV
La misèria esdevingué poeta
i escrigué en els camps
en forma de trinxeres,
i els homes anaren cap a elles.
Cadascú fou un mot
del victoriós poema.
Campanadas a muertos
Campanadas a muertos
lanzan un grito para la guerra
los tres hijos que han perdido
las tres campanas negras.
Y el pueblo se recoge
cuando el lamento se acerca,
ya son tres penas más
que tenemos que llevar en la memoria.
Campanadas a muertos
por las tres bocas cerradas,
ay de aquel trovador
que olvidara las tres notas!
Quien ha cortado todo el aliento
de estos cuerpos tan jóvenes,
sin otro tesoro
que la razón de los que lloran?
Asesinos de razones, de vidas,
que nunca tengáis reposo a lo largo de vuestros días
y que en la muerte os persigan nuestras memorias.
Campanadas a muertos
lanzan un grito para la guerra
los tres hijos que han perdido
las tres campanas negras.
II
Abridme el vientre
por su reposo,
de mis jardines
llevad las mejores flores.
Para estos hombres
cavadme me hondo,
y en mi cuerpo
grabad su nombre.
Que ningún viento
perturbe el sueño
de aquellos que han muerto
sin tener la cabeza baja.
III
Diecisiete años solamente
y tú tan viejo;
celoso de la luz de sus ojos,
has querido cerrar sus párpados,
pero no podrás, que todos guardamos esta luz
y nuestros ojos serán relámpagos para tus noches.
Diecisiete años solamente
y tú tan viejo;
envidioso de belleza tan joven
has querido desgarrar sus miembros,
pero no podrás, que de su cuerpo tenemos recuerdo
y cada noche aprenderemos a quererlo.
Diecisiete años solamente
y tú tan viejo;
impotente por el amor que él tenía,
le has dado la muerte por compañera,
pero no podrás, que por lo que él amó,
nuestro cuerpo estará siempre en primavera.
Diecisiete años solamente
y tú tan viejo;
envidioso de belleza tan joven
has querido desgarrar sus miembros,
pero no podrás, que todos guardamos esta luz
y nuestros ojos serán relámpagos para tus noches.
IV
La miseria se hizo poeta
y escribió en los campos
en forma de trincheras,
y los hombres fueron hacia ellas.
Cada uno fue una palabra
del victorioso poema.
Traduït per Regí.