‘El oro del Rin’ y ‘La valquiria’ vuelven al Festival de Bayreuth en la polémica puesta en escena de Castorf y con una brillante dirección orquestal de Marek Janowski.
La tetralogía de Richard Wagner ‘El anillo del nibelungo’ con dirección escénica de Frank Castorf ha vuelto al Festival de Bayreuth en donde se estrenó en el verano del 2013. En esta tercera edición apenas hay cambios respecto a la presentación original de modo que lo escrito en su momento acerca del prólogo y la primera jornada, ‘El oro del Rin’ y ‘La valquiria’, sigue siendo válido en gran parte, excepción hecha de la interpretación musical.
Rheingold. Marek Janowski, conductor. 29 July 2017, Live recording, Festspielhaus, Bayreuth.
Vorspiel – Scene 1 (00:00) Scene 2 (26:45) Scene 3 (1:11:31) Scene 4 (1:40:42)
Applause (2:30:10)
EL ORO DEL RHIN /29 de julio de 2017, 18 horas
Producción de Frank Castorf estrenada en 2013 / Decorados: Alecsandar Denic. Vestuario: Adriana Braga Peretzki. Iluminación: Rainer Casper. Vídeo: Andreas Deinert y Jens Crull
Dirección musical de Marek Janowski
Reparto: Iain Paterson (Wotan), Markus Eiche (Donner), Daniel Behle (Froh), Roberto Saccà (Loge), Tanja Ariane Baumgartner (Fricka), Carolina Wenborne (Freia), Nadine Weissmann (Erda), Albert Dohmen (Alberich), Andreas Conrad (Mime), Günther Groissböck (Fasolt), Karl-Heinz Lehner (Fafner), Alexandra Steiner (Woglinde), Stephanie Houtzeel (Wellgunde), Wiebke Lehmkul (Flosshilde)
Pese a lo dicho merece la pena volver a sobre ello. En una segunda visión del ciclo ya no hay el elemento sorpresa y ello favorece el descubrimiento de nuevos detalles y matices (aunque hay demasiada brocha gorda) y una visión de conjunto más compacta.Wagner presenta el oro del Rin y su transformación en un anillo como el símbolo del poder que permite dominar el mundo. Castorf traduce el oro en algo que en la actualidad rige los destinos del planeta y es el petróleo. Lo que muestra en realidad es el poder destructor de este nuevo oro, del oro negro.
Con una ordenación histórica y geográfica “deliberadamente incoherente” según había confesado Castorf antes de su estreno absoluto, la tetralogía se abre en un motel de una gasolinera en la ruta 66 de EEUU, allá por los años 60 y 70 del pasado siglo con unos personajes que parecen salidos de una película de Tarantino.
“Die Walküre”. Marek Janowski. Bayreuth Festival, 30 July 2017.
LA VALQUIRIA / Festival de Bayreuth, 30 de julio de 2017
Producción de Frank Castorf estrenada en 2013 / Decorados: Alecsandar Denic. Vestuario: Adriana Braga Peretzki. Iluminación: Rainer Casper. Vídeo: Andreas Deinert y Jens Crull
Dirección musical de Marek Janowski
Reparto: Christopher Ventris (Siegmund), Georg Zeppenfeld (Hunding), John Lundgren (Wotan), Camilla Nylund (Sieglinde), Catherine Foster (Brünnhilde), Tanja Arianne Baumgartner (Fricka), Caroline Wenborne (Gerhilde), Dara Hobbs (Ortlinde), Stephanie Houtzeel (Waltraute), Nadine Weissmann (Schwertleite), Christiane Kohl (Helmwige), Mareike Morr (Siegrune), Simone Schröder (Grimgerde), Alexandra Petersamer (Rossweisse).
‘La valquiria’ se desarrolla en un pozo de petróleo de Azerbaiyán antes, durante y en los primeros años después de la revolución rusa, cuando Lenin acabó con la brevísima independencia del país porque la URSS necesitaba imperiosamente el petróleo de los pozos caucásicos para el funcionamiento de la maquinaria económica soviética.
“Siegfried”. Marek Janowski. Bayreuth Festival, 1 August 20
SIGFRIDO / Festival de Bayreuth, 1 de agosto de 2017
Producción de Frank Castorf estrenada en 2013 / Decorados: Alecsandar Denic. Vestuario: Adriana Braga Peretzki. Iluminación: Rainer Casper. Vídeo: Andreas Deinert y Jens Crull
Dirección musical de Marek Janowski
Reparto: Stefan Vinke (Siegfried), Andreas Conrad (Mime), Thomas Johannes Mayer (Viandante), Albert Dohmen (Alberich), Karl-Heinz Lehner (Fafner), Nadine Weissmann (Erda), Catherine Foster (Brünnhilde), Ana Durlovski (pájaro del bosque).
‘Siegfried‘ se sitúa en un monte Rushmore del comunismo donde los rostros de Marx, Lenin, Stalin y Mao están labrados en la piedra. Es la expresión máxima del triunfo de aquel sistema político y económico que en este particular ‘Anillo’ tiene una plasmación en lo que fue uno de sus grandes escaparates y al mismo tiempo escenario de las grandes manifestaciones comunistas (descontando las de la plaza Roja moscovita), la Alexanderplatz de Berlín, la capital de la República Democrática Alemana, llamada en su momento Alemania del Este.
Götterdämmerung, Twilight of the Gods 3-8-2017 Bayreuth Festival 2017.
EL OCASO DE LOS DIOSES / Festival de Bayreuth, 3 de agosto de 2017
Para ‘El ocaso de los dioses’, seguimos a ratos en la Alexanderplatz, pero también en un fábrica de plásticos y elastómeros (derivados del petróleo), en un negocio de fruta y verdura con un ‘doner kebab’ adosado y, por último, en la Bolsa de Nueva York.
Wagner y la revolución
Ver ‘El anillo del nibelungo’ bajo el prisma político no es ninguna novedad. Es más, ¿qué intenta explicarnos el propio Wagner con su tetralogía? El compositor trazó los primeros esbozos del prólogo de ‘El oro del Rin’ en 1848 y 1849, años de revoluciones por toda la geografía europea. En Dresde, el compositor era uno de los principales líderes revolucionarios junto al que sería el padre del anarquismo, Mijail Bakunin, y al editor August Röckel. A ojos de la autoridad, Wagner era “una persona políticamente peligrosa” como consta en el bando que decretaba su búsqueda y captura tras el fracaso de la revolución.
Las lecturas políticas de la tetralogía en la clave socializante y de crítica a la acumulación de capital presentes en el libreto desaparecieron pronto. Al fin y al cabo, la nueva burguesía que asistía a las representaciones wagnerianas prefería no verse reflejada negativamente en el escenario. Medio siglo más tarde, George Bernard Shaw, Premio Nobel de Literatura, que además de escritor era un gran crítico musical, recuperó la clave política de ‘El anillo del nibelungo’ en un libro imprescindible, ‘El perfecto wagneriano’.
Hace 40 años y basándose en el análisis de Shaw, el malogrado Patrice Chéreau montó el ‘Anillo’ más político y el que se ha convertido en el de referencia de las últimas décadas. El de Castorf pone en evidencia todas las claves apuntadas por el propio Wagner, pero las exprime al máximo. Si las tres hijas del Rin son unas pizpiretas que en vez de guardar el oro como es su obligación, se dedican a jugar y excitar a los hombres, Castorf las convierte en unas prostitutas. Si Wotan es un dios capaz de faltar a la palabra dada y de optar por la trampa y la intriga según lo describe el compositor, Castorf lo convierte en un
Si Erda le ha dado hijas a Wotan fuera del matrimonio, en Bayreuth también es una prostituta. Así son los personajes como los presenta Castorf. El director de escena no debe creer en los sentimientos porque, por usar la célebre frase, en este ‘Anillo’ ni están ni se les espera. El poder o la ambición del mismo han convertido a todos los personajes en unos seres deleznables, vaciados de toda emoción. Lo que les mueve son únicamente los instintos más primarios en una geografía de dinero, sexo y corrupción. Con una excepción, el encuentro y reconocimiento entre Siegmund y Sieglinde, los hermanos gemelos que engendrarán a Siegfried. Solo aquí la emoción brota en este encuentro fundamental para el proyecto de Wagner de dar al mundo un héroe que no será asesinado con una lanza sino con un fusil soviético.
En ‘El ocaso de los dioses’ Castorf pone la conjura de Hagen, Gunther y Brünhilde para matar a Siegfried en las dependencias de la fábrica VEB Chemische Werke Buna, de Schkopau (Sajonia-Anhalt), que era el mayor fabricante mundial de carburos y después produciría plásticos y elastómeros. El problema que tiene esta geografía personal es que plantea numerosas dificultades de comprensión para los espectadores que no son alemanes.
Resumiendo, el oro negro ha matado al comunismo que sería un Siegfried que debe salvar a la humanidad. Ahora el poder, el anillo está en el capitalismo de Wall Street. Parece que Brünhilde vaya a inmolarse en aquella calle neoyorquina frente a la bolsa. Derrama gasolina alrededor del edificio pero no enciende la cerilla. El anillo no vuelve al Rin. Acaba en un fuego que calienta a indigentes en la calle. Al igual que todas las escenas de gran contenido dramático que escribió Wagner, la de la inmolación de Brünhilde ni se ve.