Holocausto. Niños.
Hace poco, un caballero, de muy mala manera me dijo, entre otras perlas negacionista. Yo, que soy de sangre caliente, me ofendí muchísimo porque no solo no es cierto sino porque quien me lo dijo estoy convencido que no poseee ningún conocimiento de este tema que vaya más allá de las pelis de nazis y judíos pro-sionistas. El capital para hacerlas suele proceder del lobby judío americano tanto por motivos ideológicos como económicos. El Holocausto siempre ha sido así. Quien lee libros de diferentes autores puede formarse una idea más certera de la verdad real, que no tiene por qué coincidir con la oficial. Este libro podemos compararlo al de Hanna Arendt en el sentido de que le valió el rechazo a su autora. El autor de éste, Norman G. Finkelstein, descendiente de supervivientes, también tuvo problema en EEUU, donde reside la primera judería del mundo – en New York – suendo Buenos Aires, la segunda. Ambos fueron vilipendiados por determinados judíos, los del lobby, por decir ciertas verdades incómodas.
Según el autor, en cuanto se empezaron a pagar indemnizaciones por parte de los alemanes muchos miles de judíos falsarios se inverntaron que eran “víctimas del nacismo”. Los alemanes, que se sentían culpables, les pagaron a pesar de que una buena proporción del grupo afirmó haber estado con Mengele. Mentían. La abuela de Norman, que sí era superviviente real se preguntó que si todos estos y más que faltaban eran “supervivientes” a quién mató Hitler. Además, se notaba por el aspecto, los aupervivientes reales parecían “muertos vivientes. Esto que acabo de escribir, mi insultador diría que es revisionismo. Desconoce que un español hizo lo mismo. Decía que había estado en diferentes campos de concentración para hacerse famoso y ganarse unas pesetas dando entrevistas y conferencias. Más tarde se demostró que era falso. Solo un papanatas no se cuestiona la verdad oficial y se la traga como si fuera una trucha.
Por si no queda claro, me defino como enemigo a muerte del antisemitismo o de cualquier otra forma de racismo; por ello mismo, condeno el Estado terrorista de Israel y el genocidio palestino. Lo hago en la linea de Barenboim y Said, judío y palestino respectivamente, amigos íntimos de prestigio internacional. También me alineo con muchos hebreos, incluyendo judíos ultraortodoxos que también condenan al Estado de Israel y exigen que no se asesinen niños palestinos, judíos que vivían en Palestina durante siglos sin que los árabes les molestaran. Todo está en Internet. Otro de mis referentes es el judío Noam Chomski, a quien leo desde hace 40 años tanto como lingüista como politicólogo díscolo con el sistema. A mí, no me da nadie lecciones de semitismo / antisemitismo. Yo podría estar aporreando la techas varios días. No todo son películas.
La industria del Holocausto, un libro vehemente, iconoclasta y polémico, es la denuncia de dolorida voz que alza el hijo de unos supervivientes contra la explotación del sufrimiento de las víctimas del Holocausto.
En esta obra fundamental, el eminente politólogo Norman G. Finkelstein expone la tesis de que la memoria del Holocausto no comenzó a adquirir la importancia de la que goza hoy día hasta después de la guerra árabe-israelí de 1967. Esta guerra demostró la fuerza militar de Israel y consiguió que Estados Unidos lo considerara un importante aliado en Oriente Próximo. Esta nueva situación estratégica de Israel sirvió a los líderes de la comunidad judía estadounidense para explotar el Holocausto con el fin de promover su nueva situación privilegiada, y para inmunizar a la política de Israel contra toda crítica. Así, Finkelstein sostiene que uno de los mayores peligros para la memoria de las víctimas del nazismo procede precisamente de aquellos que se erigen en sus guardianes.
Basándose en una gran cantidad de fuentes hasta ahora no estudiadas, Finkelstein descubre la doble extorsión a la que los grupos de presión judíos han sometido a Suiza y Alemania y a los legítimos reclamantes judíos del Holocausto y denuncia que los fondos de indemnización no han sido utilizados en su mayor parte para ayudar a los supervivientes del Holocausto, sino para mantener en funcionamiento «la industria del Holocausto».
«Yo presenté la primera de las demandas contra 105 bancos suizos para solicitar indemnización por el Holocausto. Es necesario que se diga la verdad con respecto a los fondos de indemnización. Las grandes organizaciones judías han estafado a los supervivientes del Holocausto, muchos de los cuales viven en la pobreza. Pero nadie se interesa por la documentación relacionada con este escándalo. Norman Finkelstein ha roto, al fin, este silencio. Exhorto a todo el mundo a leer este libro en el que se relata la verdadera historia de nuestro sufrimiento.»
Gizella Weisshaus
«Finkelstein plantea unas cuestiones relevantes e incómodas.»
The Jewish Quarterly
«Dejando a un lado la cuestión del estilo que dista bastante del mío, el fondo de la cuestión es lo más importante aquí, en especial porque Finkelstein, cuando se publicó este libro, estaba completamente solo, y hace falta mucho coraje académico para decir la verdad cuando no hay nadie más ahí fuera apoyándote.»
Raul Hilberg
Norman Finkelstein: Reseña Biográfica
El autor del libro sobre el Holocausto.
Norman Gary Finkelstein nació el 8 de diciembre de 1953 en los EE.UU. Es profesor universitario y autor de varias obras, especializado en asuntos relacionados con el judaísmo, Israel y el sionismo y el conflicto en Medio Oriente.
Graduado de la Binghamton University, recibió su Ph.D en Ciencias Políticas de la Princeton University. Ha escalado todas las posiciones académicas en el Brooklyn College, Rutgers University, Hunter College, New York University, y más recientemente , DePaul University, en donde fue Profesor asistente de 2001 a 2007. En una decisión que ha generado una amplia controversia, Finkelstein fue excluido de la pertenencia a DePaul en junio de 2007, siendo colocado en cargos administrativos para el año académico 2007-2008 y cancelados sus tres cursos. Afirmó que se declararía en desobediencia civil si se perpetuaban los intentos por alejarlo de sus estudiantes. El 5 de septiembre de 2007 anunció su renuncia a la Universidad bajo términos no revelados.
Finkelstein escribió sobre las experiencias de sus padres durante la Segunda Guerra Mundial. Su madre, Maryla Husyt Finkelstein, hermana de un padre judío ortodoxo que creció en Varsovia, Polonia, vivió en el Ghetto de Varsovia y conoció el campo de concentración de Majdanek y los campos de trabajos forzados de Czestochowa y karszysko Kamiena. Su primer marido murió durante la guerra. Ella consideraba que el día de su liberación fue el día más horrible de su vida, ya que estaba sola en el mundo puesto que ninguno de sus familiares había logrado sobrevivir a las penurias del ghetto. Su padre, Zacharias Finkelstein, sobrevivió tanto al Ghetto de Varsovia como al Campo de concentración de Auschwitz.
Finkelstein es conocido por sus escritos críticos sobre el rol de Israel en el conflicto árabe-israelí y por su afirmación que el Holocausto está siendo explotado por fines políticos pro-Israelíes y para financiar a los políticos en desmedro de los reales supervivientes.
Sus libros han sido empleados como herramientas para revertir una corriente de pensamiento académica oficiall, contaminada de inexactitudes y, algunas veces, hasta fraudulenta.
¿Por qué no lo llamáis por su nombre real?
Con frecuencia mis padres se asombraban de mi indignación ante la falsificación y la explotación del genocidio nazi. La respuesta más obvia es que se lo ha utilizado para justificar las políticas criminales del Estado de Israel y el apoyo norteamericano a esas políticas.
Finkelstein, autor del libro e hijo de supervivientes.
A principios de los 1960 Israel hasta tuvo que soportar un reto por el secuestro de Eichmann de parte de sectores de la élite de la opinión judía como Joseph Proskauer, ex-presidente del AJC, el historiador de Harvard Oscar Handlin y el Washington Post cuyos propietarios eran judíos. Erich From:
“El secuestro de Eichmann es un acto de ilegalidad de exactamente la misma clase de que los mismos nazis . . . han sido culpables.”
Los intelectuales judíos americanos fueron bastante indiferentes al estado de Israel. Hannah Arendt y Noam Chomsky eran la excepción. Las cosas cambiaron tras la victoria judiía frente a los árabes de 1967. Los EE.UU., impresionados por la devastadora demostración de fuerza por parte de Israel, decidieron incorporarla a su patrimonio estratégico. A medida en que Israel se convertía en un delegado de los EE.UU. en Medio Oriente, la ayuda militar y económica comenzó a llegar.
Para las élites judías norteamericanas, la subordinación de Israel al poder norteamericano fue un premio. El sionismo había surgido de la premisa que la asimilación era una ilusión, que los judíos siempre serían percibidos como extranjeros potencialmente desleales. Para resolver este dilema, los sionistas propusieron establecer un hogar nacional para los judíos.
Consecuentemente, las élites judías norteamericanas de repente descubrieron a Israel. Después de 1967, el impulso militar de Israel podía ser celebrado porque sus fusiles apuntaban en la dirección apropiada – hacia los enemigos de los EE.UU. Su idoneidad militar hasta podía facilitar la entrada al sagrado interior del poder norteamericano. De este modo, tanto para la judería norteamericana como para los EE.UU., Israel se convirtió en una adquisición estratégica. A fin de proteger su adquisición estratégica, las élites norteamericanas “recordaron” el Holocausto.
El invocar al Holocausto fue, por lo tanto, una maniobra para deslegitimar toda crítica de los judíos: cualquier crítica sólo podía surgir de un odio patológico. Esto suponía via libre para la masacre, deportación y reclusión en guettos de los palestinos en – y fuera – de la Tierra Prometida que Dios otorgó al Pueblo Elegido. Las resoluciones contra el Estado terrorista de Israel son vetadas siempre por EEUU y cada vez queda menos palestinos viviendo en su tierra.
Retroenllaç: LA INDUSTRIA DEL HOLOCAUSTO. Reflexiones Sobre la Explotación del Sufrimiento judío (II). | EL CAVALLER DEL CIGNE ciutadà valencià de nació catalana //*//
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