República Catalana.
Todos los días de mi vida, pero desde el último desafío secesionista catalán aún más, nos dan la tabarra por la tele con la vetusta unidad de España, que se rompe, que si la Constitución, que si la Brunete, que si Isabel, que si Carlos, que si vuelve Tejero en forma de Lobo Feroz, etc. que, ciertamente, ya está uno hasta el copete. Lástima que no esté entre nosotros el inolvidable Rubianes – a quien tuve el gusto de conocer – para dar su graciosa opinión sobre el tema que tantos problemas le dio; así que me callo no sin antes reclamar el derecho a la autodeterminación de todos los pueblos que lo deseen.
Abordamos aquí, de nuevo, el tema del nacionalismo. Cuando leí el artículo que añado a continuación procedente de medios anarquistas, de Tierra y Libertad en concreto, me llamó la atención el texto ¡Malditos nacionalismos!, firmado por Manuel Vicent. Me interesó la web y lo que iba leyendo hasta que el autor empieza a hablar del caso catalán y concluye con el epígrafe Por la libre unión de los pueblos, reivindicación anarquista que comparto pero no a la manera de condenar cualquier tipo de nacionalismo sin distinguir el de derechas y fascista del progresista o revolucionario porque es falso e injusto hoy, ayer y siempre.
La Internacional. Tierra y Libertad. Ken Loach.
La Internacional, como su nombre indica, apela a todos los seres humanos, a los parias de la tierra. Siempre ha existido una ideología internacionalista en el movimiento obrero. Eso no significa que los grandes imperios deban sojuzgar a los pueblos porque aunque se independicen los va a seguir explotando igual la nueva casta dominadora. Sería absurdo. ¿Quién puede defender la opresión de los checos, eslovacos, serbios o griegos por los austriacos o los turcos? Nadie que sea de izquierdas. Hoy en día ¿quién defiende la opresión nacional de los kurdos por parte de los turcos? El poder establecido solamente.
Como dice el eslogan, la unión de los pueblos debe ser libre, sin opresión de ningún tipo. Los catalanes tiene perfecto derecho a independiozarse de España. ¿Por qué no van a hacerlo? ¿Por si los oprimen los nacionalistas de derechas? ¿Acaso no son mayoría los nacionalistas de izquierdas? Sumen: ERC, independientes de JuntsXSí, la CUP… Los tiempos en los que se suponía que todo nacionalismo era burgués quedaron en el pasado. Vale, como el nacionalismo es tan malo me quedo en España para que me opriman los castellanos, o en Turquía para que me rajen porque soy kurda…
Por supuesto que estoy a favor de todos los oprimidos de la tierra se unan, pero no confundamos la opresión nacional con la económica que pueden ser ir juntas o no. Yo no veo ningun problema entre el nacionalismo revolucionario y la anarquía. Mi tío participaba de ambas cosas y dio su vida por ello. Era de la CNT y de un partido nacionalista de izquierdas.
Dado que vivimos en un mundo globalizado, la respuesta debe ser global a todos los niveles. Es cierto que las naciones-estado ya no son lo que eran en términos de poder, que está en manos de las multinacionales. No por ello debemos dejar de ser catalanes, valencianos, kurdos o armenios sino unirnos para derrotar a nuestro enemigo común esté dentro o fuera de nuestras “fronteras”, que solo las hay para los más oprimidos.
A continuación, el artículo citado. He subrayado lo que más me ha llamado la atención. Quien quiera leerlo completo y en versión original – vale la pena – abajo tiene el enlace.
Salut.
Escuela franquista, donde te daban una hostia si hablabas en catalán, gallego o euskera.
Cuando muchos hemos nacido en una sociedad en la que se nos enseñaba desde nuestra más tierna infancia, cuando entrábamos a formar parte del sistema de enseñanza del Estado, donde prevalecía aquello del nacionalcatolicismo y del nacionalsindicalismo que preconizaba la patria común de todos los españoles en la que no se ponía nunca el sol, y en la que no se podía poner en cuestión aquello que nos decían los libros, por imposición, de los que habían vencido en una guerra civil que había acabado con la libertad de pensamiento y decisión.
Algunos habíamos nacido en familias que hablaban un idioma diferente del que nos enseñaban en el colegio y padecimos la represión de no poder hablarlo libremente en clase, al tiempo que nos enseñaban a reprimir la necesidad de poder expresarnos con nuestra lengua materna en las clases. Aprendíamos la lengua del imperio y cuando abandonábamos las paredes de la clase, jugábamos con nuestra lengua vernácula, hablábamos de nuestras cosas empleándola aunque era casi cosa de paletos para aquellos que formaban parte del aparato del régimen franquista. Como muchas otras cosas, por más que intentaran impedirlas, nunca pudieron con ellas.
Ese planteamiento del nacionalismo español fue provocando un sentimiento a favor del aprendizaje y de la enseñanza de nuestra lengua vernácula y acabó consiguiendo lo contrario de lo que pretendía que no era otra cosa que la erradicación de las lenguas propias de los diferentes territorios en favor de la lengua “española”, tal como la han llamado.
El error de llamar lengua española a la que se enseñaba de forma oficial en todos los colegios, alimentó el sentimiento de muchos, contrario a lo español, ya que al no ser consideradas sus lenguas como españolas, les excluía a ellos de ser españoles, ya que si su lengua no era española, ellos tampoco lo eran.
Este simple hecho fue bastante para que ese nacionalismo español que se intentaba imponer en las mentes de todos nosotros, nunca llegase a cuajar.
El Cid, un mercenario convertido en mito españolista.
El nacionalismo español
Siempre se nos ha enseñado que todos los que vivíamos en España formábamos parte de una misma nación, hablábamos una misma lengua, teníamos una misma bandera, nos teníamos que emocionar con un mismo himno nacional y formábamos parte de una patria, una sola, que era grande y libre.
Ese ideario se hizo patente en la Constitución de 1978, cuando se dice en el artículo 2: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.
En su Artículo 3 dice:
“1.- El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.
2.- Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos”.
Como podemos ver lo que se nos enseñó durante la dictadura acaba siendo aceptado y ensalzado por la Constitución y convirtiéndose en el ideario del nacionalismo español, si además añadimos la bandera, lo acabaremos de ver claro.
Si la pretensión era asegurar la indisoluble unidad de la nación española, se hubiera podido ser más demócrata y menos nacionalista. ¿Cómo se puede entender que en un país o una nación, donde conviven varias leguas, sólo una de ellas tenga la consideración de deber conocerse para todos los españoles? ¿No hubiera sido más integrador elevar el deber de conocimiento de todas las lenguas que configuran el Estado?
Siendo esto así, la realidad es que en estos momentos tiene una mayor consideración para todos los españoles el inglés o cualquier lengua externa que esté implantada en los estudios obligatorios que las propias lenguas del Estado.
Esto es lo que no facilita la aceptación de la nación española como la patria común e indivisible de todos los españoles y, por más que se imponga pasará lo mismo que pasaba con la dictadura, que no se puede aceptar una patria impuesta que no considera iguales a todos los españoles, tal como se dice en el artículo 1 de la constitución: “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”.
No hay igualdad entre los españoles si una de las lenguas regionales se impone sobre las otras que, además, quedan relegadas a sus propias regiones. Si además de esto se impone a las comunidades con lengua propia qué es lo que pueden hacer o no con ella, es cuando el rechazo a la patria indivisible se hace más patente.
Todo esto propicia el nacimiento de nacionalismos regionales que se sublevan contra las imposiciones del nacionalismo español, y generan sentimientos patrióticos propios, basados, como el español, en la invención de la tradición como proceso de ritualización y formalización de diferentes hechos o leyendas.
Cuando se enfrentan el nacionalismo con Estado propio y el que no tiene Estado, se puede producir una situación en la que el carente de Estado propio quiera obtenerlo y para segregarse puede utilizar diferentes métodos, uno de ellos puede ser una votación para ver si la mayoría de sus ciudadanos quieren separase o no del Estado al que están vinculados. Eso es lo que está pasando en España, los gobernantes catalanes pretenden tener Estado propio y quieren convocar un referéndum para conseguir la separación de España.
La indisoluble unidad de España.
La contestación del nacionalismo español es que el artículo 2 de la Constitución lo hace imposible, ya que marca la indisolubilidad de la nación española y, además, el apartado 2 del artículo 1 dice: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”.
Según los nacionalistas españoles esto impide que se puedan hacer referéndums que afecten a la integridad nacional en el que sólo puedan decidir una parte de los españoles y, además, atendiendo al principio de igualdad de los españoles, ese referéndum no se puede hacer exclusivo para esa Comunidad. Defienden que la soberanía nacional reside en todos los españoles y que, sobre este tema, atendiendo al principio de igualdad entre todos, solo se pueden pronunciar todos los españoles.
Así llevamos varios años pero a los que tenemos la soberanía nadie nos pregunta, ni a todos los españoles, ni a unos cuantos: los catalanes. Es como si la soberanía nacional fuese, en exclusiva, de los españoles para votar a unos parlamentarios que tienen secuestrada la soberanía nacional como algo propio de ellos, marginando al resto de los ciudadanos.
Nacionalismo Lingüístico Español. Prof. UAM Juan Carlos Moreno. Busquen más en Youtube.
Para ellos la modificación de la Constitución en un sentido que pueda favorecer la creación de nuevos Estados, fraccionando el propio, es imposible, no es deseable, la Constitución es inviolable en ese sentido.
Pero no se plantean lo mismo a la hora de modificar la Constitución, con nocturnidad y alevosía, en pleno verano. La reforma constitucional española de 2011 modificó el artículo 135 de la vigente Constitución estableciendo en el texto el concepto de “estabilidad presupuestaria” y que el pago de la deuda pública fuese lo primero a pagar frente a cualquier otro gasto del Estado en los presupuestos generales, sin enmienda o modificación posible. La entrada en vigor de parte del artículo se demora a 2020. Todos sabían en quién recaía la soberanía nacional pero nadie pasó a referéndum de los españoles esta modificación constitucional que había sido exigida por la Unión Europea. ¿Por qué es modificable la Constitución para las imposiciones exteriores y no para las interiores?
Según Marianico Rajoy lo que más preocupa a los españoles en estos momentos, es “la defensa de la unidad de España, la soberanía nacional, la igualdad de los españoles, el papel de España en la UE, la consolidación de la recuperación económica y la lucha contra el terrorismo”.
Si todo esto que nos plantea el señor Rajoy como preocupante y esencial para los españoles es así, ¿por qué dejan que los mercados financieros, el FMI, el Banco Mundial nos marquen las políticas económicas que hemos de seguir? ¿Por qué dejan que algunos españoles, en los que reside la soberanía y somos todos iguales, puedan ser despojados de su trabajo, su casa, sus recursos, su sanidad, su educación por los intereses de un sistema económico que quiere garantizar el superbienestar de unos pocos? ¿Por qué renuncian a la libertad de su Estado, a la capacidad de legislar sin injerencias exteriores? ¿Por qué se pliegan a las exigencias de las grandes corporaciones multinacionales, sacándoles de sus apuros, pagando sus deudas y cargando estas sobre las espaldas de todos los españoles al convertirlas en deuda pública, cuando son deudas privadas de esas empresas? ¿Por qué no hacen lo mismo con la deuda de todos los españoles que las tienen con los bancos y les dejan caer sin remedio en la más absoluta de las miserias? ¿Por qué venden los bienes y servicios de esa patria, que tanto defienden, a los intereses económicos privados, en muchos casos extranjeros o multinacionales, para que los exploten y nos los hagan inalcanzables? ¿Por qué defienden una globalización económica mundial neoliberal, cuya única pretensión es acabar con las economías locales, nacionales y, al mismo tiempo, con ese Estado que es inviolable para ustedes?
Chico hablando en euskera.
Los nacionalismos sin Estado propio
Su pretensión es conseguir un Estado propio y para ello necesitan, una lengua, una bandera, un himno y un territorio sobre el que ejercer el poder. En definitiva es lo mismo que nos han enseñado los Estados-Nación ya existentes.
Si nos centramos en lo que está pasando en Cataluña podremos ver que las diferencias ideológicas, entre unos y otros, no son tales. En Cataluña los miembros de la extinta Convergencia i Unió son defensores de la misma economía neoliberal, no quieren formar parte del Estado español y quieren crear un Estado propio que con las políticas neoliberales y de la Unión Europea no tiene ningún sentido.
[NOTA: Discrepo profundamente con el autor del artículo. Parece que el nacionalismo catalán se limite exclusicamente a la extinta CiU. ¿Qué pasa con las CUP? Son independentistas y anticapitalistas; combaten los recortes y el ultraliberalismo. Son revolucionarias. Nada que ver con lo que queda del partido de la burguesía catalana. Están en la extrema izquierda y luchan por una República Catalana independiente.]
En Cataluña durante sus etapas de gobierno han puesto en marcha las mismas políticas que nos llevan a realizar las preguntas que acabamos de realizar para el Estado español. La única problemática actual para ellos y para los que se les coaligan, agrupan o apoyan es la de tener un Estado “independiente”.
[Discrepoo de nuevo. Es ecvidente que la CUP o ERP aunque “apoyan” no reducen sus preocupaciones a “tener un Estado independiente”. El articulista se olvida de la cuestión social y de que esta ha sido una de las contrapartidas del apoyo al proyecto independista del grupo “burgués”. Es más, dicen que la independencia no es por la independencia en sí, sino para “vivir mejor”.]
¿Independiente de quién? ¿De España? ¿De la economía? ¿De las Unión Europea? ¿De la globalización económica mundial? ¿De las corporaciones multinacionales? ¿De los bancos? Para unos de los que apoyan el proceso de segregación, tener un Estado y una república catalana es algo imprescindible, por encima del bienestar del pueblo, ya que no cuestionan el actual sistema mundial, mientras ellos tengan su pequeño feudo de poder.
Para otros que son antisistema y anticapitalistas les provoca un grave problema decidir qué es antes, la independencia o la economía, les crea verdaderos problemas saber si deben elevar a la Presidencia de una república catalana a quién ha fomentado la corrupción y la expropiación de ese pueblo que “defienden” para tener un Estado propio. La verdad es que es bastante contradictorio ser antisistema y participar en el sistema electoral promovido por la democracia liberal española o catalana. Si uno es antisistema debe serlo negándose a participar en el mismo, si participa deja de ser antisistema y se convierte en un instrumento más del sistema para mantener engañada a la población.
A estos antisistema se les ha llamado herederos de la tradición anarquista catalana, una gran mentira que está siendo difundida por los medios de comunicación social del nacionalismo español para cuestionar la credibilidad de los independentistas catalanes. Es una gran mentira, llena de falsedades, ya que si fueran anarquistas nunca se hubiesen presentado a unas elecciones, ni se prestarían a mantener el sistema político liberal imperante. El anarquismo no juega a todo eso, su pretensión es acabar con los Estados y con el poder.
[De nuevo discrepo con el articulista. Durante de Guerra Civil hubo anarquistas ocupando cargos tanto en Catalunya como en España; por ejemplo Frederica Montseny. En la actualidad hay sindicatos anarquistas que participan en las elecciones sinsicales, como la CGT. No todos los anarquistas están por no participar en las instituciones. Los hay que propugnan entrar en ellas para destruirlas desde dentro u obtener alguna ventaja para el pueblo al que representan.]
Los medios de comunicación, cuando ven un atisbo de democracia diferente al que están acostumbrados, dentro de las formaciones políticas, no saben cómo calificarlo y, como los anarquistas siempre han defendido las asambleas como órganos de decisión de la población, cuando ven una decisión que se toma de forma asamblearia la convierten en anarquismo. Eso, señores, es falsificar la historia, es mentir y es tener engañada y desinformada a esa población a la que dirigen sus comentarios.
En definitiva, para todos ellos la independencia es la solución a todos los problemas que tiene la población de su zona de influencia, como si tener un poder propio les liberase de los poderes mundiales que son los que están dominando a todos los países del mundo.
No les falta razón cuando hablan del derecho a decidir como cada pueblo quiere organizarse, eso es deseable, pero no hablan que aunque puedan decidir sobre si seguir o no en un Estado como España, ello no les va a permitir organizarse como quieran ya que la soberanía de los Estados, en la actualidad, depende de lo que quieran hacer con ella las grandes corporaciones industriales, financieras y comerciales multinacionales; todas ellas han decidido, desde hace unos años, que los Estados-Nación no sirven para nada, no les sirven para sus propios intereses y hay que acabar con ellos de iure aunque no lo hagan de facto. Los Estados nacionales son una ilusión de independencia para que creamos que tenemos algún poder de decisión, son la niebla, el humo, que no nos deja ver el bosque.
Manuel Vicent
Fuente: ¡Malditos nacionalismos! Tierra y Libertad.